sábado, 31 de octubre de 2009


Todos los dias estamos en relación con otros. Siempre estamos en relación con personas, con familiares, amigos, compañeros de trabajo o estudio, con los vecinos y conocidos del barrio.
De todos ellos, hay quienes nos parecen “ejemplares” , como modelos a seguir.
También hay personas que nos sirven de ejemplo, aunque no tengamos ninguna relación con ellos. Y aun más, a veces tomamos ejemplo de personas que ya no existen, o no que existieron jamas (y que hemos imaginado).
Hay personas tan admiradas por nosotros, que quisiéramos haber sido como ellos. Hay quienes son tan ejemplares, que los hemos copiado en algunas de sus virtudes.
Alguna vez, en el pesar o en la confusión, hemos recurrido al recuerdo de alguien (existente o no) que vino a reconfortarnos imaginariamente.

Estos modelos de los que hablamos los llamamos “guías” internos, que a veces coinciden con personas existentes.
Esos modelos que quisimos seguir desde niños, fueron cambiando solamente su apariencia. De niños, mucha gente ha jugado y hablado con personas imaginarias y sus guías. También mucha gente (de distintas edades) estuvo sinceramente unida a guías en sus oraciones. Cuanto mas fuerte es el llamado a un guía, mas profundo es su contacto con nosotros. Por eso solamente una gran necesidad podrá despertar a un guía para que venga a ayudarnos.

Un verdadero guía tiene tres importantes cualidades: fuerza, sabiduría y bondad.

Para saber más de uno mismo, hay que prestar atención a las cualidades de aquellos hombres y mujeres que más admiramos. Y son esas cualidades las que forman a los guías internos.
Hay que tener en cuenta que aunque las personas que fueron modelos hayan desaparecido, siguen como guías en cada uno de nosotros, y son fuerte referencia para nuestra actividad en el mundo.

Por esto será muy importante que prestemos atención a lo mejor de cada persona, porque estas cualidades servirán luego de modelo para actuar en el mundo.